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10 de abril de 2010

Intenciones comunicativas y eficacia



El ser humano siempre se comunica y no se comunica porque sí. Lo hace para provocar un entendimiento, una reacción, un cambio de conducta: tiene una intención comunicativa.

Usted ya sabe las tres intenciones comunicativas básicas: informar (se transmiten contenidos para el otro sepa), convencer (se entregan de tal forma que el otro los considere buenos y verdaderos) y persuadir (se entregan contenidos para el que otro tenga una disposición favorable respecto de ellos y así se desencadene o gatille una conducta esperada; en el caso de la comunicación publicitaria, se buscar concretar una conducta de adhesión y compra).

Al nacer, la persona realiza su primer acto de comunicación: llora para reclamar la atención.

Los animales también se comunican a través de sonidos (ladridos, rebuznos, maullidos, etc.) u otros medios (los químicos). Eso sí: es una forma de interacción más elemental y menos variada que la comunicación humana, la que es un acto de la razón o pensamiento y en el que también participan elementos emocionales y afectivos.

Algunos elementos, acciones o hechos naturales también “transmiten” contenidos que el ser humano recibe, procesa y percibe (le da una significación a esos indicios): el cielo muy nublado y oscuro puede que indique lluvia; el humo, puede que haya fuego; si llora una persona, puede que esté triste; un coche volcado en una carretera, puede que revele que ha habido un accidente.

¿Hay comunicación? Los estudiosos del tema sostienen que no. La razón es que en esos casos no existe ninguna intención comunicativa: nadie quiere transmitir nada para provocar algo, para causar un efecto, y es la persona la que establece la relación entre lo que ve, lo que interpreta y el significado que le atribuye al indicio o a la señal. Por lo tanto, puede haber una errada interpretación de ambos y la consiguiente inexacta atribución de significados, siendo así no tan eficaz el proceso comunicativo.

La anterior pregunta también puede llevarlo (a) a otro error. Más de alguno, al analizar técnicamente un acto comunicativo y al preguntársele si hubo o no comunicación, puede decir que no, si algunos de los elementos no funcionó a cabalidad. ¡Error fatal! Recuerde el axioma 1: siempre hay comunicación, porque es imposible no comunicar.

Aquél es parte de los 5 axiomas de Paul Watzlawick, los cuales, de modo sucinto, son expuesto a continuación:

1. Todo comunica: la imposibilidad de no comunicarse.
2. Los niveles de "contenido" y de "relación": toda comunicación tiene contenido y un nivel del relación.
3. La puntuación de la secuencia de hechos: la relación depende de la forma en que se establecen las secuencias de comunicación que cada actor de la comunicación establece.
4. Comunicación "digital" y comunicación "analógica": los sujetos que intervienen en un acto comunicativo utilizan la comunicación sistemática como la analógica.
5. Interacción "simétrica" e interacción "complementaria": toda relación comunicacional es simétrica o complementaria.

¿Entonces debo hablar de “comunicación eficaz”, “menos eficaz” o “simplemente ineficaz”? Claro. Así está perfecto. Para que la Comunicación sea eficaz todos sus factores o elementos deben funcionar de modo óptimo (sinérgico, interrelacionado y complementario: un todo sistémico).

Se suele decir que debe haber 3 condiciones básicas o mínimas para que la Comunicación avance hacia niveles de eficacia creciente hasta llegar a la eficiencia:

1.- Emisor y receptor deben tener una intención comunicativa (el deseo de provocar una respuesta o causar un efecto en el otro, el receptor).
2.- Emisor y receptor deben establecer contacto (sea directo o cara a cara, o bien, mediado como un celular, un libro, un cuadro).
3.- De los tres, el elemento o factor más importante para que se establezca el intercambio comunicativo eficaz es el código; es decir, el conjunto o sistema de signos con sus respectivas leyes de combinación debe ser compartido por ambos. Así el receptor recibirá, decodificará, comprenderá y atribuirá significados al mensaje emitido de un modo más eficaz (recuerde que siempre debe adecuar el código a su destinatario, sin que esto signifique empobrecer el mensaje dada la utilización de un patrimonio léxico o vocabulario escuálido y poco preciso en su dimensión conceptual y semántica).

Hasta la próxima entrega.

Carlos Tejos